Por Carlos Pintor
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En la ruptura del frente alemán en 1918, en Cambrai, mucho tuvo que ver una masa de 420 carros británicos que, agrupados, hundieron las defensas alemanas. Tal éxito fue pronto olvidado por el armisticio. Nadie quiso volver a repetir la carnicería de la Gran Guerra, y menos en una Gran Bretaña, que volvía a las costumbres imperiales.
Los principales carros británicos eran male y female, es decir aquellos Mark con cañón principal y sin cañón principal, lentes y bastante vulnerables al fuego enemigo, pero que, no obstante sirvieron para abrir un hueco en las trincheras. Estos modelos sirvieron durante unos cuantos años más, hasta que se produjo una división en el concepto de empleo del carro de combate. Por una parte, se diseñaron carros pesados, relativamente bien blindados, pero lentos, justamente para apoyo de la infantería, y, otros, por el contrario, veloces, ligeros y muy mal protegidos, para operaciones de reconocimiento, propias de la extinta caballería. Esto venía muy bien a la hora de combatir Contra nativos en su Imperio, pero frenó cualquier estudio posterior oficial. Buena parte de los carros pesados se adjudicaron al Royal Tank Regiment (RTR) y los demás, a los distintos regimientos de Caballería, formando todos el nuevos Royal Armoured Corps (RAC).
Trincheras en Cambrai
Ratas del desierto
En esto que unos visionarios como el capitán Sir Basil Liddell Hart, el general Fuller y el general Hobart comienzan a vislumbrar los futuros conflictos desde una perspectiva acorazada. Los dos primeros fueron tomados por visionarios locos, salvo por alemanes y soviéticos. Hobart, llegado a general de división, demostró, pocos años antes del inicio de la 2ª Guerra Mundial, en las planicies cercanas a Salisbury, durante unas maniobras, que un conglomerado tipo división acorazada experimental, podía vapulear, romper frente y derrotar a unidades mucho mayores, más convencionales, todo ello con un apoyo táctico de la aviación. Aquello fue como un anatema para los generales tradicionales británicos, que no aceptaron de buen grado este hecho. Unos pocos años más tarde, cuando se creó la 1ª División acorazada, el mandó se le concedió a un artillero, a un jinete, pero nunca a Hobart, quién languideció en un puesto de muy escasa movilidad, como era el de una división de artillería antiáerea. Luego vegetó como Cabo de la Home Guard hasta que Churchill lo rescató. Aún entonces, se le concedió el mando de una división acorazada, eso sí, pero auxiliar de asalto, como lo era la 79, dotada de todo tipo de carros especiales.
Richard O´Connor y Liddel Hart
Churchill y Montgomery
En esto, llega la Guerra y en el único lugar en el que, con divisiones acorazadas o no, se aplican las doctrinas de estos tres, es en el desierto de Egipto y Libia, contra los italianos. Hasta aquí todo perfecto porque los italianos, a pesar de todo, no estaban capacitados para una guerra de movimiento. Uno de los mejores generales de blindados británico por aquel tiempo, era Richard O'Connor, quién, más tarde, tuvo problemas en Europa con la prima donna que era Monty. La cosa duró hasta la aparición del Afrika Korps alemán contra el que los británicos, muy debilitados, tuvieron la mala pata de enfrentar a generales sin espíritu blindado , justo hasta casi el final de la guerra.
Comet
Churchill
El problema británico era que, dejando aparte un puñado de militares profesionales, los demás eran paisanos de uniforme o viejos coloniales, algo inadecuado para la moderna guerra. Comenzaban como los alemanes en 1939, con una brigada blindada y otra motorizada, pero, al contrario que éstos, que relacionaban ambas formaciones, los británicos las manejaban por separado. Más aún, tenían el espíritu de la Caballería y sus gloriosas, aunque absurdas cargas. Ello se vio en los inútiles intentos por contraatacar en 1942 en El Gazzala y justamente antes del segundo El Alamein. Una brigada cargó contra los alemanes con 96 carros, sólo regresaron 11. Así las cosas, ello no cambió hasta 1944 y copiando a sus primos norteamericanos, en los que había agrupaciones regimentales británicas de un batallón acorazado- uno motorizado. En cuanto al diseño, también se habían quedado en el pasado, con la diferencia de tipos de carros citada más arriba. El drama de los carros ligeros era que el escaso cañón de 2 libras pedía el combate a corta distancia, mientras que su escasa coraza lo exigía a gran distancia. Sólo a mediados de la guerra, comenzaron a disponer de carros bien equilibrados, aún con el cañón de 6 libras y luego con el 75 mm del Sherman norteamericano en el Cromwell. Más tarde, pudieron disponer de carros, como el Comet, con uno de 17 libras y el Sherman Firefly, al que le quitaron una ametralladora y le colocaron ese cañón, único que podía, malamente, compararse con los alemanes. Justo cuando la guerra estaba a punto de acabar lograron crear el Centurion, poderosamente blindado y con un cañón de 20 libras. Los británicos siguieron hasta el final, junto con divisiones acorazadas completas, con otras brigadas blindadas de carros pesados para apoyo de las divisiones de infantería. La experiencia demostró que ese empleo de las brigadas no era el más idóneo.
Sherman Firefly
Cromwell
Las armas de apoyo iban, en el caso de la infantería, en orugas Bren Carrier y la infantería, al comienzo en camionetas, para pasar, más tarde a semiorugas norteamericanos. La artillería, remolcada, al comienzo, luego fue autopropulsada, sobre chasis de Churchill y, definitivamente, sobre chasis de Sherman. Esto era, un cañón de 25 libras sobre ellos. Hay que mencionar, que, más tarde, una vez acabada la contienda, y mejorado el British Army of the Rhin (BAOR), los británicos se convirtieron en verdaderos maestros en el manejo de formaciones acorazadas, sin tanto empleo de helicópteros, como sus primos norteamericanos.
Royal Armored Corps
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